viernes, 28 de octubre de 2016

Lucas 6:12-19

Paulita Ortega amaba escuchar la Palabra de Dios,
Aqui, el Papa Francisco, reflexiona sobre este pasage evangélico. También ella escuchó este evangelio muchas veces en la iglesia. También ella supo que su nombre estaba escrito en la palma de la mano de Dios. Dios escogió a Paulita para una misión muy especial; para vivir una vida abierta y bien dispuesta a la voluntad de Dios. Con su vida, con sus obras con la acción misteriosa y providencial del Espíritu Santo, Dios estaba actuando en la vida de esta mujer. Ella dio a luz a tres hijos. Y los tres fueron dedicados a Dios por el Sacramento del Bautismo. Los tres, fueron también escogidos y llamados por Dios para ser discípulos de Jesús; cada uno con los dones y talentos que recibieron de Dios. El primogénito de los tres, fue dedicado a Dios para ser un discípulo de las naciones, un enviado, un mensajero de las Buenas Nuevas de la Salvación, que sanan, que liberan, que da vida-Vida Eterna. Todo esto no hubiera sido posible si ella, Paulita, no hubiera dicho un grande si. La obra de Dios a través y por medio de paulita comenzó muchos años atrás. Y aunque la vida de Paulita ya terminó aquí en en la tierra, ella sigue viva en el corazón de Dios y en el corazón de sus hijos, nietos y de todos los que la amamos. Además, la obra que Dios comenzó y quiso lleva a cabo por medio de esta mujer sencilla, aun se sigue realizando; y la olas que Dios ha producido a través de esta alma grande se sentirán en el mundo por muchos años y generaciones. Como vemos la vida de Paulita Ortega fue y sigue siendo fértil y fructífera. . . Dios la llamó por su nombre; Dios la escogió y Dios realiza una obra por medio de su hija amadísima Paula Ortega. Toda la gloria para Dios !

https://youtu.be/fQ2M6XGgN7g


Lc 6, 12-19
Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.